Ya desenmascaramos las alternativas de merienda que parecen saludables y no lo son tanto. Ahora queremos que te alejes de esos alimentos que crean “seguidilla”, es decir, que te hacen sentir como un barril sin fondo, porque una vez que los pruebas no puedes parar de comer.
Si eres de las que acostumbra picar para aguantar, tienes que tener presente que muchos snacks lejos de calmar tu hambre solo la empeoran. Como nadie quiere eso, te dejamos una lista de supermercado a la inversa, con la idea de que los evites en lo posible en tu día a día:
- Papitas fritas (o todo lo que sea salado y crujiente) porque no es casualidad que las anuncien diciendo que no podrás comer solo una. La razón es que están cargadas de sal, cuyo consumo en exceso lleva a la deshidratación y, como te hemos dicho en numerables ocasiones, a menudo confundimos la sed con hambre. En el peor de los casos, aunque sacies tu deseo de salado es común que después de comerte una bolsa entera, o dos, te provoque algo dulce.
- Refresco dietético, paradójicamente aunque creas que el gas puede ayudar a llenarte, diferentes estudios mantienen que los edulcorantes artificiales que usan para endulzar estas bebidas activan el sistema de recompensas de tu cerebro. Es decir, al tomarte algo que parece dulce y sabe dulce pero no lo es en verdad, tu cuerpo se quedará con las ganas y probablemente te convenza de comerte más adelante cualquier cosa que SÍ tenga azúcar.
- Jugos, sin importar que digan que no tienen azúcar añadida, siguen siendo principalmente fructosa. Es decir, azúcar. Además por ser de absorción rápida, elevarán tus niveles de glucosa y te darán un subidón de energía que solo durará un rato y te dejarán hambrienta al poco tiempo. Por eso siempre será mejor opción solo comer la fruta.
- Pan blanco, bastante satanizado de por sí. La idea no es que no lo comas más nunca, sobre todo si te gusta mucho, pero sí que pierdas la costumbre de devorarte la cesta que te sirven en los restaurantes mientras esperas lo que pediste. Lo que pasa es que la harina refinada que usan para hornearlo ha sido despojada del germen y el salvado del trigo; por lo mismo perdió también su fibra. Esto hace que sea también de rápida absorción y que su consumo eleve los niveles de insulina.
- Con la pasta pasa lo mismo que con el pan, a menos que sea integral. Pero el problema está en que mientras más te sirves, más quieres. Cuando comes muchos carbohidratos simples, tu páncreas trabaja de más para segregar suficiente insulina, lo cual nunca es bueno y al rato, de nuevo, tendrás hambre.
- Sushi, sobre todo si tu roll tiene arroz y encima le echas soya. Podrás creer que es mejor que comerte una hamburguesa, pero en realidad te deja en el mismo lugar. El arroz blanco no tiene fibra (de nuevo, rápida absorción) y la salsita de soya es rica en sabor y también en sodio, o sea que te seca lo cual te hace creer que quieres comerte los 10 rollitos y muchos más.
- Todo tipo de bebidas alcohólicas, no importa si son vinos, coctelitos o tequila. El consumo de alcohol disminuye tus niveles de leptina, también conocida como la hormona del hambre. Además de encargarse de aumentar el gasto energético, la leptina también regula el apetito. Por lo mismo, si falta, nuestro cerebro no se entera de que estamos full. Además deshidrata. Eso explica las arepas después de la fiesta.
- Barras de cereales o energéticas, aunque prometan ser ligeras, la verdad es que lo más seguro es que tengan una buena porción de edulcorantes artificiales. Pasa lo mismo que con el refresco light.
- Cereales de niños, con su variedad de formas y colores parecen inofensivos, pero están llenos de azúcar para que sean más atractivos y adictivos. Por lo mismo, cuando te desayunas con una taza conseguirás elevar tus niveles de azúcar en la sangre, lo cual te dejará cansada y hambrienta.
- Pizza, es prácticamente imposible comerte solo un pedazo y hay una razón. La combinación de masa, salsa, queso, grasas, conservantes y todos los toppings de tu preferencia es la receta para el desastre, ya que no solo altera tus niveles de azúcar en la sangre, sino que además se mete con tu hormona de la saciedad (leptina). La opción para no desterrarla de tu vida por completo (imposible) es hacerla con masa integral, carnes magras (nada de pepperoni) y muchos, muchos vegetales.